Las pequeñas molestias del invierno: ¡almohadillas en dificultades!
«Quien va calzado ignora el sufrimiento del que va descalzo» (proverbio chino)
Las almohadillas de nuestras mascotas son resistentes por naturaleza. Sin embargo, en ocasiones se ven muy maltratadas por largos paseos, cacerías, carreras caninas de trineos o incluso el propio frío del invierno.
La actividad física intensa o prolongada puede recalentar las almohadillas, y provocar microcortes o abrasiones en su superficie que produzcan incomodidad al animal.
En invierno, la nieve se amontona en los espacios interdigitales, formando pequeños cúmulos duros y gélidos que producen inflamaciones localizadas (enrojecimientos), y que lógicamente molestan a nuestros animales de compañía.
Además, el hielo favorece la formación de cortes o fisuras, e incluso de grietas profundas y dolorosas que pueden manifestarse, a veces, en una cojera.
Cómo proteger las almohadillas de nuestros amigos de cuatro patas
Para prevenir estas molestias, existen diversas opciones, que además se pueden combinar entre sí para obtener mejores resultados.
- Para empezar, cuando nieva es aconsejable cortar el pelo que crece entre las almohadillas, para evitar la formación de cristales que se puedan endurecer.
- Para proteger las patas, también podemos recurrir a botas y botines adecuados para animales domésticos (y en especial, para perros). Pero a los animales no siempre les gusta esa opción…
- El uso de soluciones destinadas a curtir las almohadillas puede contribuir a incrementar su resistencia al recalentamiento.
- Por último, la aplicación de cremas o pomadas resistentes al agua, es un medio eficaz para impermeabilizar y proteger las almohadillas antes de un paseo.
Qué hacer al volver del paseo
Al regresar de un paseo o de una carrera, se debe examinar bien las patas, para detectar si el animal presenta lesiones, como por ejemplo abrasiones superficiales, heridas, grietas profundas o irritaciones, en los espacios interdigitales y las almohadillas. Es recomendable lavar las patas con agua templada o limpiarlas con un producto adecuado para eliminar cualquier causa de irritación (sal contra la nieve, cristales de hielo atrapados entre el pelo, etc.). A continuación, secaremos bien la zona, y luego podremos aplicar un tratamiento hidratante, reparador y calmante, masajeando las zonas dañadas o recalentadas.
Dra. Isabelle Mennecier, veterinaria